No sé por qué pero los laberintos me atraen. Tienen una energía especial que me transporta a un mundo misterioso a la par que gratificante lleno de calma y liberación.
El laberinto es como una atracción fatal hacia un mundo de diversión, un juego donde sólo yo puedo llegar al centro mientras doy vueltas a lo desconocido.
Tras inmiscuirme en mi ser más profundo descubro que estoy avanzando dentro de mi propio laberinto superando baches, encrucijadas y calles confusas, saliendo de trampas que se presentan. Avanzo en el laberinto aprendiendo del camino que dejo atrás, voy creciendo siempre con mente y corazón abiertos. Conforme avanzo voy sintiendo cada vez más una sensación de bienestar y plenitud que me acerca a mi YO INTERIOR, al centro del laberinto donde se encuentra el tesoro más preciado, mi CENTRO ESPIRITUAL. Es como volver a nacer habiendo descubierto tus virtudes y otras partes más oscuras. Es reconciliarte contigo mismo.

Laberinto natural de El parque el Capricho (Alameda de Osuna, Madrid)