No hay dolor, no hay dolor, no hay dolor.
¿Realmente te lo crees?¿de verdad piensas que no estás sufriendo?¿te crees que con esconderlo lo eliminas?
Nuestro subconsciente, como método de supervivencia, en ciertas ocasiones esconde el dolor emocional. Un dolor que se hace insoportable en la conciencia pero que tú, sin darte cuenta, reprimes por miedo a que salga a la luz y tu ser se vea comprometido por la tristeza.
Sientes una fuerza en tu interior que tiene ganas de salir, pero no sabes el qué. Escondes tu lado más íntimo y triste tras una tela de araña que se va tejiendo día a día, tu cerebro encubridor cómplice de tus secretos más profundos, del dolor inmenso.
Sólo pones máscaras de maquillaje opaco a tu tristeza, como si de una capa de Photoshop se tratase, perdiendo tus debilidades en un cofre escondido, el cofre del tesoro emocional.
Aparentas fortaleza, garra, carácter, pasión por la vida y positividad pero en el fondo sabes que algo existe, algo está ahí en la sombra. Parte de ti, sentimiento humano natural que te entristece, una deuda con tu interior.
Lo sabes, en tus momentos de lucidez ves claramente qué es lo que te acongoja, lo que te encoge el alma. Es cuando consigues derramar alguna lágrima de desahogo que te acerca a tu corazón y en consecuencia al miedo por sufrir. Miedo a sufrir pensando que es mejor esconderlo y no hacerle frente, que es mejor olvidarlo y que con el tiempo se pasará. Pero, de repente aparece en tu presente esa tristeza, no se va ni con el tiempo…Has intentado apartarla pero de alguna manera u otra acaba resurgiendo como un ave rapaz, tristeza a la que tienes que hacer frente antes o después.
Y es que cuanto más tiempo tardas en enfrentarte a tu tristeza, más espacio y tiempo ocupas en tu alma con emociones sin solucionar. Tu eficiencia interior se ve mermada por el retraso en afrontar emociones negativas y, en consecuencia, consumes energía, tiempo y espacio en emociones tóxicas.
Finalmente decides hacer frente a tu tristeza, desenmascarar todo aquello que ocultas en tu baúl de las emociones perdidas en busca de un resurgimiento profundo, en busca de la superación del problema soltando mochilas y aceptando tristezas.
Decides inmiscuirte en ti mism@, meditando sobre tu propia existencia. Decides desconectar de las redes sociales, del Whatsapp y del mundo durante una semana, semana de desintoxicación emocional de tu entorno tóxico y de tu yo más venenoso.
Entras en un estado de conciencia pura de la realidad, de tu presente, valorando cada segundo que respiras aire fresco. Sólo te hace falta perro, campo y el ruido del silencio, del resonar del aire en tus oídos. Sólo eso hace falta para disfrutar de un instante de paz y armonía que conecta con tu interior y te hace incluso comunicarte con tu perro con una sola mirada. Momentos en los que eras capaz de hacer cualquier cosa, tienes la energía del Universo en tus manos, eres capaz de manejarla a tu antojo.
Es cuando te haces consciente de nuestra propia existencia, de la importancia de valorar cada minuto, cada presencia a tu alrededor. Empiezas a soltar, aceptando la tristeza como un Halo de energía en tu vida, un complemento más que se conjuga con la alegría de superarte y crecer como persona en el camino de la vida.
Sacas tu arma invencible ante la adversidad , todo tu poderío y Halo interior que se despliega sin igual con el objetivo de vencer a tu oponente, energía tóxica que conviertes automáticamente en fuerza y disciplina, rutina incansable de tu naturaleza, fortaleza indiscutible de tu ser que surge de la oscuridad.
Exteriorizas tus sentimientos, sensaciones y emociones sin necesidad de esconderte, sin necesidad de fragelarte más, aceptando, dejando ir, evolucionando.
El ser humano se encuentra en constante evolución tratando cada fase de la vida como aportaciones íntegras a tu ser para crecer como persona aprendiendo de los errores, se trata de conseguir la mejor versión de ti mismo, la perfecta imperfección.
Patriciadas de la vida
Sí, aprender a controlar el sufrimiento es fundamental
Me gustaLe gusta a 1 persona