No me preguntes por qué, pero he sentido que lo tenía que hacer. Una fuerza superior a mí en mi interior me ha dado una orden, me ha mandado un mensaje en su propio idioma. No sé cómo, pero lo he sentido. Una fuerza que dejo que me domine en mi interior y que no hace falta descifrarla si no sentirla.
A veces, siento que no la siento y es cuando me pierdo en la inmensidad de una ola de confusión, abrumada por la fuerza exterior de un mar Egeo, de una oscuridad donde las sombras se dividen conformando una silueta de no sé qué. Una silueta que me sirve de guía pero que no entiendo por qué está tan lejos, no siento su presencia. La busco entre la multitud y el rugido de mi yo interior, mi auténtico yo.