Si algo nos ha enseñado la pandemia ha sido a encontrarnos con nosotros mismos sin esperarlo. Entre otras muchas cosas…
¡Adiós!: tus planes, tus quedadas con amigos, ocio, fiestas, deportes al aire libre, comidas con la familia…
¡Hola!: ‘¿Y qué hago yo ahora?’
Si algo nos ha enseñado el confinamiento ha sido a parar. Nos ha enseñado a pausar nuestras vidas y crear un nuevo capítulo, una novela de misterio donde descubrir habilidades desconocidas y retos personales que hasta el momento no habías tenido tiempo de visualizar.
La pregunta ‘¿Qué hacer?’ se convertía en una duda existencial en todo el mundo. Cuando te despierta la curiosidad de contestar a esta pregunta, el mecanismo de la creatividad se moviliza y comienzas a vislumbrar todo aquello que no era posible hasta ahora.
En el momento en el que vives a toda velocidad tu presente y tus obligaciones diarias se suman a tu autoexigencia, pierdes la noción de los placeres más básicos, incluso el placer del propio aburrimiento.
Placeres que parecían anodinos pero que poco a poco se convierten en un vicio de serenidad.
Según un estudio de THIN Spain, durante la pandemia aumentaron un 40% los casos de estrés y ansiedad asociados directamente con la evolución de la pandemia y las medidas de confinamiento.
Un estrés que venía en gran parte derivado del miedo a encontrarte con tu ser. Un bloqueo e incapacidad del disfrute con lo más básico de nuestros sentidos; de los placeres más anodinos y, sin embargo,
más relajantes como pueden ser actividades tan básicas como leer un libro, escribir un artículo, recibir una clase de yoga, o simplemente tumbarte en la cama y divagar con tus pensamientos.
La velocidad de nuestras vidas a veces nos lleva a olvidarnos de los pequeños detalles que se presentan a nuestro alrededor pero que, sin embargo, en su conjunto suponen un cambio transcendental.
Una gran oportunidad que nos ha ofrecido la pandemia ha sido el darnos cuenta y ser conscientes de que no todo es velocidad y un ‘no parar’. Las pausas nos muestran oportunidades y regalos que nos brinda la naturaleza. Simplemente hay que saber apreciarlos y respirarlos.
Ahora que volvemos a vivir en nuestra normalidad, aprendamos del pasado y sigamos disfrutando del presente con los pequeños momentos, aprendamos a relajarnos, a pausar nuestras vidas de vez en cuando y a continuar.
Considera la pausa como una introspección y aprendizaje para seguir avanzando en tu camino de la mano de la realidad y de la consciencia más plena.
Tenemos que recordárnoslo, muy importante saber parar. Gracias por este mensaje.
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Parece que a veces nos da miedo parar y pensar, pero no nos damos cuenta que es lo que necesitamos Irene!😊
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cualquier cambio nos asusta y el de la pandemia ha sido mucho cambio, pero creo que de todos estos temas salimos reforzados. Muchas gracias guapa!!!!
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Es verdad que el miedo a encontrarnos solos con nosotros mismos crea frecuentemente ansiedad.
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