Y es que cuando no esperas, recibes. Y recibes no sólo un beso de la vida si no multitud de detalles que te demuestran que el Universo es infinito.

Pero a veces el infinito tiene nombre. Y son todas esas personas y momentos que te hacen sentir especial, que te colman de felicidad a rabiar. Desbordan tus fronteras de la felicidad arrasando con un manantial de agua cristalina que se convierte en lágrimas positivas. Lloras de felicidad.

Y es que cuando te permites vivir momentos pletóricos en los que crees estar soñando, crees estar en una nube. Y de repente te das cuenta que es real, que estás viviendo tus sueños a flor de piel al lado de personalidades únicas, inolvidables en tu corazón. Sientes el calor humano y conexión plena de energías positivas que se unen con una única predisposición, la de aportar magia en el mundo empezando desde nuestras almas.

Mismos objetivos con fuerzas que suman y crean el infinito. A veces inconcebible, otras incomprensible para mentes clavadas en límites pero que con el paso de las horas y de los días acabas entendiendo su significado.

No estamos acostumbrados a vivir en plenitud, resulta extraño entenderlo. Aun habiendo trascurrido varios días tras el viaje de mi vida, un viaje a emociones nuevas, con la mejor compañía, planes inigualables y emociones únicas, risas inconfundibles, paisajes únicos,edificios majestuosos…

Y es que este viaje ha marcado un antes y un después. Porque cuanto más te acercas al infinito, más crees que existe y es posible llegar a él.

Gracias a Dominic, Patricia y Marta, me habéis hecho llorar de felicidad y aún sigo así en algunos momentos. Gracias por hacerme cumplir mis sueños junto a vosotros.

Os quiero.

NAMASTÉ