
Y es que cuando no esperas, recibes. Y recibes no sólo un beso de la vida si no multitud de detalles que te demuestran que el Universo es infinito.
Pero a veces el infinito tiene nombre. Y son todas esas personas y momentos que te hacen sentir especial, que te colman de felicidad a rabiar. Desbordan tus fronteras de la felicidad arrasando con un manantial de agua cristalina que se convierte en lágrimas positivas. Lloras de felicidad.
Y es que cuando te permites vivir momentos pletóricos en los que crees estar soñando, crees estar en una nube. Y de repente te das cuenta que es real, que estás viviendo tus sueños a flor de piel al lado de personalidades únicas, inolvidables en tu corazón. Sientes el calor humano y conexión plena de energías positivas que se unen con una única predisposición, la de aportar magia en el mundo empezando desde nuestras almas.
Mismos objetivos con fuerzas que suman y crean el infinito. A veces inconcebible, otras incomprensible para mentes clavadas en límites pero que con el paso de las horas y de los días acabas entendiendo su significado.